lunes, 6 de octubre de 2008

Catarsis

Mi reciente concienciación sobre lo que está pasando con el coltan me está llevando a reflexionar sobre muchas cosas. Estoy empezando a sentirme realmente mal con este asunto y mi punto de vista está cambiando con respecto a la tecnología.

Es como si hubiese llamado a mis embajadores a consulta y estuviésemos deliberando sobre la política que vamos a seguir a partir de ahora.

Cuando miro atrás y veo la cantidad de tecnología que he consumido hasta ahora siento auténtica vergüenza y no puedo evitarlo. Vosotros direis que tengo el síndrome del recién iluminado, como el que ha sido toda su vida un auténtico canalla y de repente un día se levanta creyéndose el más piadoso entre los piadosos porque ha descubierto esta o aquella religión.

Suelo tener mucho cuidado con estas cosas porque he conocido personas así y no quiero caer en esa soberbia que es el rasgo más característico de los que creen haber corregido su errado camino.

Lo que sí es cierto es que algo está cambiando en mi percepción de la realidad y quiero asimilarlo poco a poco, degustando el proceso y dejándome llevar, actitud ésta que siempre me ha dado buen resultado en la vida. Veremos adonde me lleva.

Una de las cosas que este proceso me está obligando a hacer es sudar mucho, expulsar las toxinas que inundan el torrente sanguíneo de mi alma y dejar que los poros transpiren.

Y es ahora cuando me doy cuenta de la cantidad de estupideces tecnológicas que inunda nuestra sociedad. Objetos inútiles, despreciables, carentes de cualquier propósito de ayuda o mejora de nuestras vidas, pero tristemente responsables de gran parte de las miserias que viven los niños del coltan.

Y no solamente se trata de la tecnología. Hablo también de todos los inventos que se han creado alrededor de ella con un único objetivo: consumir más tecnología. ¿No son, por ejemplo, las redes sociales un ejemplo de ello?

Con este artículo quiero introducir una serie que voy a titular "Tecnología culpable" en los que hablaré en cada uno de ellos de un objeto o servicio tecnológico que, en mi opinión, no nos va a hacer más felices, que suelen estar presentes en los medios de comunicación y que sin embargo generan mucho sufrimiento a otras personas.

Se acabó ya el tiempo en el que me resultaba extremadamente fácil redactar un artículo hablando de este o aquel dispositivo. Ya existen muchos blogs que lo hacen y tampoco se va a notar mucho si yo dejo de hacerlo, la verdad.

He perdido las ganas de seguir escribiendo sobre las cosas que hasta ahora escribía. Continúo leyendo mis fuentes pero ya no tengo esas ansias de reproducir en este blog de forma cansina las noticias que otros han dado horas antes.

He visto un importante filón en las noticias con impacto social y, creedme, hay mucho que decir y nadie lo está haciendo. Se puede coger una noticia, aparentemente inocua como por ejemplo la aparición de un nuevo marco digital y darle la vuelta para hablar de lo rotundamente inútil que es tal cacharro.

O hablar de como nos están haciendo creer que la única vía de evolución que existe es la integración de los individuos en las redes sociales. Qué mentira más sutil y endiablada.

Todos los días, entre cuatro y cinco veces le doy un repaso a mis feeds tecnológicos y me encuentro siempre con lo mismo: mucha vanidad y muy poca sustancia humana. Algo hay que hacer, y he decidido que desde este blog quizás podría contribuir a invertir ese proceso.

Es arriesgado lo que me propongo. Algunos pensareis que soy un grandísimo hipócrita con lo que estoy haciendo. ¿Cuantas veces os he hablado de mi AppleTV, o de mi iPod Touch, o de mi N95 entre otras cosas?. Todas vuestras críticas son necesarias para mi evolución y casi que las necesito. No escatimeis ninguna de ellas.

Mientras tanto yo seguiré pintando la valla por el otro lado.


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